Dolores Huerta es una de las figuras más influyentes del activismo en Estados Unidos. Su lucha en defensa de los derechos laborales y la justicia social transformó las condiciones de vida de miles de trabajadores agrícolas.
Junto a César Chávez, fundó en 1962 la Asociación Nacional de Trabajadores del Campo (NFWA), que más tarde se convirtió en la Unión de Campesinos (UFW). Su liderazgo en el movimiento sindical la llevó a ser reconocida como una de las principales defensoras de los derechos civiles y laborales.
Momentos definitorios en su lucha social
La vida de Huerta está marcada por sucesos fundamentales en la historia del activismo. En 1965, encabezó junto a Chávez la huelga de los recolectores de uva en Delano, California, una de las protestas laborales más importantes del siglo XX.
Esta movilización, impulsada por trabajadores filipinos y latinos, llevó a la firma de un acuerdo histórico con la empresa Schenley Industries en 1966, el primero que reconocía mejoras laborales para los campesinos.
En 1975, Huerta logró otra gran victoria con la aprobación de la Ley de Relaciones Laborales Agrícolas de California, que garantizaba el derecho de los trabajadores agrícolas a sindicalizarse y negociar mejores condiciones laborales. Su incansable labor la convirtió en un referente para muchas mujeres que buscaban abrirse paso en movimientos de justicia social dominados por hombres.

Símbolo de resistencia y empoderamiento femenino
Huerta no solo luchó por los derechos laborales, sino también por la equidad de género. A lo largo de su vida, desafió los estereotipos impuestos a las mujeres y promovió su participación en el activismo. En 1970, se convirtió en la principal negociadora de la UFW y cerró más de 100 contratos laborales que beneficiaron a los trabajadores agrícolas.
En 1988, sufrió una agresión policial durante una manifestación en San Francisco, lo que la obligó a una larga recuperación. Sin embargo, este hecho no la detuvo y, en los años siguientes, redobló sus esfuerzos por la justicia social. En 2002, fundó la Fundación Dolores Huerta, enfocada en la educación, la organización comunitaria y la defensa de los derechos civiles.
Su lema “¡Sí se puede!”, acuñado en 1972 durante una protesta en Arizona, se convirtió en un símbolo de lucha para diversas causas sociales. Su legado sigue vigente y ha sido reconocido con múltiples premios, incluyendo la Medalla Presidencial de la Libertad en 2012, otorgada por Barack Obama.
Hoy, a más de seis décadas del inicio de su activismo, Dolores Huerta continúa siendo una fuente de inspiración para mujeres y hombres que buscan justicia, equidad y dignidad para todos.

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